Vivir en el extranjero siempre requiere un esfuerzo constante por desarrollarte y crecer personal y psicológicamente en un lugar donde no naciste; asimismo uno debe aprender a vivir en constante adaptación fuera de la zona de confort. Opino que se requiere un esfuerzo mayor si viajas con tus hijos, sin importar la edad que tengan, siempre que estén a tu cargo. No obstante, estos esfuerzos tienen una gran recompensa.
Si vives en el extranjero con tu pareja y con tus hijos o solamente con tus hijos nos encantaría escucharte en la zona de comentarios. También, te invitamos a compartir tus experiencias en este blog.
El vivir en el extranjero con tus hijos implica educar a personitas que van a desarrollar una identidad cultural diferente a la tuya, que van a aprender un idioma que no es el tuyo, que van a adquirir otras costumbres y valores que no son los tuyos, y lo más doloroso, que no van a estar en constante contacto con tu familia.
Sin embargo, no debemos olvidar que nuestros hijos son los mejores maestros y que nos pueden enseñar y ayudar a adaptarnos en el país de acogida y, de igual forma, existen aspectos muy positivos de criarlos lejos de nuestro lugar de origen.
¿Qué implica criar a tus hijos en el extranjero?
Primeramente, quisiera hablar del aspecto más difícil de sobrellevar: criar a nuestros hijos lejos de nuestros padres, hermanos, sobrinos y familia en general u otras amistades queridas. Opino que este tema puede llegar a ser doloroso, ya que los pequeños crecen sin estar cerca de nuestra familia y sin que tengan la posibilidad de disfrutarse mutuamente.
Si te encuentras en el país de tu pareja, puedes llegar hasta sentir recelo porque tus hijos lleguen a compartir más con la familia de tu pareja que con la propia. Si la pareja está viviendo en el extranjero solamente con sus hijos, seguramente resienten la ausencia de la familia y amigos cercanos.
Especialmente, si son padres primerizos o si acaban de tener a un recién nacido, echarán de menos los consejos de la tribu familiar, lo que son las abuelas, las madres, las tías o la ayuda que estos puedan proporcionar. Asimismo, es logísticamente complicado criar a un hijo en el extranjero ya que uno no cuenta con la red de apoyo familiar.
En el caso de las mujeres, las expectativas son totalmente distintas a la realidad. Muchas madres primerizas se encuentran frustradas ya que no van a poder compartir su maternidad con sus familiares ni amigos. Por lo tanto, existe un sentimiento de soledad y preocupación por el desarrollo emocional de los hijos.
Las madres primerizas expatriadas sienten el choque cultural al mismo tiempo en que tratan de entender el ser madre, aunque ya hayan vivido muchos años en el país de acogida. Muchas, experimentan la depresión postparto, aunado a las crisis existenciales: la conciencia a la muerte, a la soledad, al peso de la vida, y, por lo tanto, sienten ansiedad. Esta experiencia vital renueva el desafío del duelo migratorio, ya que se confrontan nuevamente a todas las pérdidas experimentadas y les duele todo aquello que ellas tuvieron y disfrutaron en su país de origen y con su familia y que sus hijos no podrán disfrutar.
Sin embargo, el aspecto positivo de encontrarse lejos es poder criar a los hijos con libertad, sin que los abuelos u otros familiares opinen o quieran imponer alguna forma de educación que consideremos limitante.
Cabe mencionar que, durante los tiempos de soledad en el extranjero, tenemos muchos momentos que los podemos usar para convertirlos en un espacio de reflexión y convertirlos para nuestro beneficio en caso de estar centrados en educar a nuestros hijos dentro de una dinámica más amorosa, creativa y positiva.
De igual forma, tenemos a nuestra ventaja el gran avance de las telecomunicaciones que nos permite estar en contacto con nuestros seres queridos. Permitir que nuestros hijos estén en contacto con nuestros familiares, aunque sea de forma telemática, puede beneficiarles mucho para seguir construyendo su identidad.
El desafío cultural, social, de valores y de lenguaje
Al criar a nuestros hijos en el extranjero, encontramos en el día a día el desafío cultural, social, de valores y del lenguaje. Las formas de criarlos varían de país en país y nos enfrentamos a criar a nuestros hijos dentro de los valores culturales y sociales que aprendimos en casa y los valores que ellos aprenden a su alrededor; sin mencionar los valores culturales y sociales propios que tu pareja les llegue a transmitir.
Un ejemplo que he podido percibir de casos muy cercanos, son los de amistades que se encuentran en países desarrollados. Opino que un gran desafío es educar a tus hijos en sociedades que generalmente se encuentran centradas en el consumismo y que, en ocasiones, son individualistas; especialmente si vienes de países con valores centrados en la familia, como lo somos en la mayoría de América Latina.
Asimismo, me atrevo a decir que, viniendo de países menos desarrollados, tendemos a ser tener un sentimiento colectivo de empatía, especialmente hacia la pobreza, hacia los menos favorecidos y damos valor a lo que tenemos, por lo tanto, procuramos cuidarlos. Esto genera un choque con los valores que tus hijos puedan aprender en este tipo de países y con lo que tú les quieras transmitir.
No obstante, la vida en países desarrollados tiende a ser más segura y nuestros hijos pueden crecer con libertad.
La cultura y la sociedad del país de acogida siempre tiene sus lados negativos y positivos.
Te sugiero centrarte siempre en los lados positivos y, en caso de encontrar lados negativos, investigar el por qué existen, esto es indagando en la misma historia del país, la cual explica la sociedad, sus valores e idiosincrasia. Conociendo la historia del país de acogida también podremos explicar a nuestros hijos el por qué de las cosas que pasan en su entorno y esto nos ayudará a encontrar un balance entre los valores culturales y sociales del país de acogida y los nuestros.
En lo que respecta al lenguaje, hablar el idioma del país de acogida es indispensable para adaptarnos. No obstante, siempre pasa que nuestros hijos terminan dominando el idioma mejor que nosotros, ya sea por la escuela, por los amiguitos o porque nuestra pareja es del país de acogida. Si este es el caso, nuestros hijos nos ayudarán a adquirir mejor el idioma y a sociabilizar con otras familias, otras madres y otras parejas que nos ayuden a desarrollar una mejor estancia en el país de acogida.
Definitivamente tus hijos crecerán con una identidad distinta a la tuya, pero es sumamente importante que en casa incorpores tus tradiciones culturales y tu idioma, esto les ayudará a sentirse identificados con tu cultura y contigo. Lo que es seguro, es que tus hijos crecerán con una riqueza que los ayudará a entender de forma particular el mundo y esto es un regalo que no todos los niños del mundo pueden llegar a tener.
En conclusión, podemos decir que duele mucho que nuestros hijos no crezcan con nuestras familias ni con los hijos de tus familiares; pero recuerda que la soledad que experimentas al vivir en el extranjero también genera libertad para criar a tus hijos.
Es importante saber aprender a descifrar nuestras emociones y nuestros sentimientos negativos y durante los tiempos de soledad uno puede desarrollar un autoconocimiento y un auto-cuestionamiento para lograr una crianza respetuosa.
Por último: uno no está solo, buscar redes de apoyo es sumamente importante. Buscar amistades afines a uno pueden convertirse en nuestro apoyo y en nuestra tribu.
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