Fecha: 9 de junio 2020
Autor: Sara
En el 2016, con 26 años, decidí partir como Au pair. Fue una decisión propia con la convicción de vivir “la aventura de mi vida”. Aunque nadie de mi entorno entendía mi deseo por vivir en el extranjero, para mí, era fundamental vivir la experiencia. Ahora pienso que una parte de mi necesitaba escapar de las presiones sociales… Durante años medité mucho sobre las opciones de vivir en el extranjero: maestrías, diplomados… Un día, buscando en internet, encontré la manera au pair para vivir y aprender un idioma en el extranjero.
Sin embargo, no sabía por dónde empezar, ¿mandar mi candidatura? ¿Ahorrar?... Decidí comenzar por el idioma: ¿inglés?, ¡no! ¿alemán?… ¡muy difícil!. Después contemplé el italiano, el francés y griego ¡porque esos son idiomas que me gustan!. La idea era hacer una versión propia de comer-rezar-amar. Primero, iría a Francia y hablaría francés. Después, a Italia y aprendería italiano. Grecia para hablar griego. Y terminaría, quizá, regresando a México. ¡Bueno, esa era la idea!
Siempre me preguntan ¿Por qué elegiste Francia? Yo siempre respondo: Por la arquitectura, por amor al arte. Aunque es verdad lo que respondo, en el fondo, mi elección nunca tuvo lógica, elegir un país fue como poner un dedo en un mapamundi sin ver. A 4 años de mi llegada a Francia sigo confirmando que ésta elección, me eligió y no al revés. Es como en la película “Love actually”, cuando el chico inglés quiere ir a vivir a Estados Unidos porque sabe que allá está su lugar. Espero que me puedan entender.
En el invierno del 2015, busqué una agencia Au pair, donde tuve que entregar un expediente que incluía: Un CV, cartas de recomendación que acreditaran mi experiencia cuidando niños, un video de presentación, mi examen DELF A1, documentos traducidos como acta de nacimiento y licencia de conducir. Para mayo 2016 ya tenía el acuerdo con mi familia francesa. El resto fueron los trámites de la visa: sacar cita, hacer carta de motivación en francés, fotos y formularios. Sinceramente mi francés era pésimo, no sabía inglés, no había manera de comunicación entre la familia que me eligió y yo. Una vez leí en "El Alquimista" de Paolo Coelho lo siguiente: “Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo”. Esa frase me gusta como título de mi historia ya que casi ninguna familia acepta chicas Au pair que no hablen su idioma o inglés. Mis posibilidades de encontrar una familia eran pocas, y además sumarle las posibilidades de encontrar una buena familia, eran nulas. Pero ¿saben qué? ¡Encontré las dos!.
Puedo asegurarles que jamás pensé en mis desventajas. Es hasta ahora, escribiendo este blog, que me doy cuenta de que una vez poniéndome en acción para realizar mi objetivo, ¡no paré!, ni si quiera para cuestionarme. ¡Simplemente confié!
Básicamente dejé que las cosas pasarán como tenían que pasar, fiándome en que sería lo mejor para mí. Así fue como lleguéRillieux-la-Pape a una comunidad que se llama , que se encuentra cerca de la ciudad de Lyon. En Lyon empecé a tomar mis cursos de francés. Y es donde sigo viviendo.
“Cuida que tus sueños no se vuelvan pesadillas”: fue exactamente lo que pasó con mi sueño. Y es que, nunca pensé en lo negativo. Las cosas que les compartiré a continuación me hubieran gustado haberlas tenido en cuenta antes de irme a otro país. Usaré 3 escalones de la Pirámide de Maslow para ejemplificar los puntos que me parecen claves: Seguridad, Pertenencia y Reconocimiento:
SEGURIDAD: Tener vivienda y empleo ha sido uno de los bemoles de esta vida “de aventura”. Quizá todo depende de la personalidad pero la incertidumbre es algo que yo llevo muy mal. Después de estar un año como Au pair, decidí postular para una Maestría. Mi opinión es que en Francia todo lleva su tiempo pero termina resolviéndose. Mientras se resuelve, uno tiene que estar con la incertidumbre durante 1,2, 3…meses.
Conseguir un departamento, en Francia, es como postular a un trabajo. Hay que mandar un expediente, pero antes hay que hacer una cita para ver el departamento. Tener en cuenta que hay otros que están postulando al mismo tiempo. Y finalmente, es la agencia o dueño quien decide quién se queda con el departamento. Para el trabajo, hay que aceptar que también va costar pero que se va dar.
PERTENENCIA: En México, me gustaba pasar tiempo sola. Sin embargo, en Francia, realmente estaba SOLA. Nadie que me conociera estaba cerca de mí. Y eso, me afecto muchísimo; no era solamente el hecho de ir a comer sola, era que “mi gente” estaba lejos. Imagino que todos los expatriados tenemos el mismo sentimiento de soledad y que cada uno lo atiende diferente. Mi manera fue llorar y alejarme de todos, hasta de mi familia. Durante el primer año nunca tuve una video-llamada con mis padres; casi siempre estaba de mal humor.
Aunque yo quería conocer gente y estar acompañada, simplemente el sentimiento de soledad era más grande que yo. Ese sentimiento me hacía sentir incompatible con todos a mí alrededor. Siempre terminaba cancelando mis salidas o yéndome temprano de las reuniones Sumado al invierno que me deprimía. Fue hasta el final de mi segundo año, que decidí buscar ayuda psicológica. Encontré una asociación que se llama ATIS (http://sjd.arhm.fr/consultations/consultations_specialisees/centre_atis) donde una psicóloga me atendió gratuitamente.
Acepté lo difícil que era estar lejos de mis seres queridos, y reconocí el proceso TAN GRANDE de adaptación que implica vivir en otro país. También, como comenté, mi francés era básico. Cuando llegué, entendía el 2% de las conversaciones. “Hola, ¿cómo estás? Estoy bien, me llamo y soy” eran mis únicas frases correctas. Afortunadamente la familia fue adorable conmigo. Pero, no fue fácil no poderse comunicar. Ésta experiencia, fue algo que me bloqueó. Durante mi primer año lo único que escuchaba al hablar era “No te entiendo”; esa frase me frustró TANTO que para evitarla prefería no hablar. Sinceramente, sigue siendo algo en lo que trabajo. Suelo compararlo con el proceso de volver a nacer ya que se tiene que re-aprender. A diferencia de que un bebé tiene “tiempo”, y los expatriados lo tenemos que aprender rápido.
RECONOCIMIENTO: Muchos de mis amigos y conocidos latinos en Lyon son personas que, como yo, tienen un diploma universitario y cuentan con experiencia profesional. A pesar de eso, nos cuesta encontrar oportunidades laborales acordes a nuestras competencias.
No me arrepiento de haber dejado mi trabajo por venir a la aventura. Actualmente, cuidar niños es un trabajo que me da para comer, para vivir y para viajar. Sin embargo, sigo anhelando cubrir mi necesidad de reconocimiento y de éxito en el área profesional.
Al mismo tiempo me cuestiono si es una necesidad que surge de mi ser. En septiembre terminaré la Maestría en Historia del Arte en la Universidad de Lyon (https://www.universite-lyon.fr/). Durante estos 4 años, el mayor reto ha sido mantener la confianza, echarme porras a mí misma y darme el auto reconocimiento de que quizá no estoy haciendo lo que necesito pero estoy haciendo lo que me hace feliz, y eso, es lo único que necesito, por ahora.
Esto es un resumen de mi experiencia. He querido compartir un lado más íntimo ya que, para mí, emigrar no solo ha sido confrontarme a nuevos trámites. Estar lejos del país, donde viví por 26 años, me ha confrontado con un proceso de adaptación que ha implicado replantear mis necesidades humanas.
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